Ensoñación consciente y sueños lúcidos - parte 8

Resumen: Hemos hablado hasta ahora del triangulo sagrado con tres colores, que llegó a David Miller. Dicho triangulo tiene 3 colores, y para ensoñar, utilizaremos el lado rojo. Para ensoñar se requiere conciencia y energía. Al ensoñar nos adentramos en un lado de nuestra burbuja al que normalmente no se accede, que es el nagual. Se accede al nagual más facilmente desde la ensoñación, cuando focalizamos nuestro punto de encaje. Este conocimiento estaba reservado a los chamanes que hasta el siglo pasado pertenecían al segundo ciclo. A partir de Carlos Castaneda, se inicia un nuevo ciclo en el que se puede acceder al conocimiento chamánico  de forma voluntaria. Se nos muestra un ejercicio para practicar el arte del ensueño.


Los chamanes hablan de alineaciones energéticas. La brujería es el arte de la percepción, de convertirte en vidente, perso sin creerse superiores al resto de las personas. Eso es lo que le pasó a los toltecas, que se dedicaron con su magia a atemorizar a la población. La brujería actual, la del tercer ciclo, es el arte de la liberdad, de la videncia, de manejar la realidad con poder, pero con intenciones diferentes a las de los brujos antiguos.

El arco iris circunpolar de la Tierra según el calendario maya. La persona tiene varios vórtices energéticos, uno superior que le abre las energías del zero point field y uno inferior, que le abre las energías de la tierra. Hay 7 en total. Son conocidos como Nady en budismo, Cinnolot en la tradición hebrea.

Somos como una red capilar, ramifiaciones mucho más complejas de energía de lo que pensamos. Hay láminas hindúes que representan esos canales que tienen un vórtice bajo la lengua. Por eso, al ser el punto de confluencia de los nadis, las sustancias viajan directamente al punto (por eso al tormar ciertas medicinas o las flores de Bach se hace de forma sublingual). Al ser un punto de interesección, las flores de Bach viajan al nadi necesario para hacer el trabajo que haga falta. Hay canales mayores que confluyen en ciertos puntos, generando remolinos (chakras, ruedas de energía), círculos que giran embudos.

El hombre, controlado por el cerebro, maneja la energía. Según la capacidad de mi cerebro, podré trabajar con centros superiores, o inferiores - coxis, vientre, plexo solar-  (asociados a la personalidad, porque vivimos en una realidad tridimensional)